El cooperativismo agroalimentario, clave para el desarrollo rural de Aragón

El sábado 5 de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas, que coincide, además, en 2025 con el Año Internacional de las Cooperativas. En Aragón, el papel de estas entidades en el ámbito agroalimentario es fundamental, especialmente en nuestras zonas rurales.
Cada año, el primer sábado del mes de julio se celebra el Día Internacional de las Cooperativas. Se convierte en una jornada en la que se reivindican los principios del cooperativismo y se trata de generar conocimiento entre los ciudadanos sobre este modelo productivo.
En 2025, esta conmemoración cobra especial relevancia al enmarcarse en el Año Internacional de las Cooperativas, proclamado por la ONU para destacar el papel fundamental de estas entidades en ámbitos tan relevantes como el fomento del desarrollo sostenible y el crecimiento económico. El lema elegido, «Las cooperativas construyen un mundo mejor», subraya la contribución global y duradera de estas organizaciones, posicionándolas como indispensables para enfrentar los desafíos actuales.
En Aragón, el papel de las cooperativas agroalimentarias es muy destacado. Muestra de ello es el impacto de las 160 cooperativas que conforman la Federación de Cooperativas Agroalimentarias de Aragón (FACA), y que aúnan el trabajo y dedicación de cerca de 50.000 familias de agricultores y ganaderos afincadas en nuestras zonas rurales y unidas a través de un sistema económico basado en unos valores que lo hacen único.
Democracia y colaboración
En las cooperativas agroalimentarias todos los socios tienen voz y voto, las decisiones se toman de forma democrática y participativa. Asimismo, se comparten los riesgos y también los beneficios, y se proporcionan apoyo mutuo. Esto hace posible ser más competitivos y disponer de unos recursos (en muy diversos ámbitos, desde servicios a maquinaria o instalaciones, pasando por comercialización) que, de manera individual, resultarían inaccesibles.
Además, las cooperativas, al estar vinculadas con el campo y trabajar de la mano de las personas que lo habitan, muestran un arraigo local que facilita empleo estable en zonas donde obtenerlo es más difícil frenando, así, la despoblación y colaborando en la dinamización tanto económica como social de numerosas comarcas. De hecho, en muchas localidades aragonesas la cooperativa es la principal empresa, algo que subraya su importancia.
Familias de productores que viven en el medio rural
La esencia familiar del sector agrario aragonés cobra aún más sentido en este contexto: detrás de la producción de cereal, fruta, vino, aceite o carne están hombres y mujeres que viven y sustentan a sus familias con el fruto de su trabajo, dentro de un modelo de economía social que permite que las ganancias generadas se queden en nuestra comunidad, garantizando el compromiso con el territorio.
Esto permite destacar la resiliencia de estas organizaciones, construida a lo largo de décadas y que ha demostrado que las cooperativas agroalimentarias son capaces de sobrevivir y prosperar incluso en momentos de gran incertidumbre, alcanzando una vida media muy superior a la de las empresas tradicionales.
Al estar también los productores directamente involucrados, se garantiza la máxima calidad y trazabilidad, ofreciendo al consumidor un producto de confianza y proximidad. Y esta proximidad hace posible, además, recoger los alimentos en su estado ideal y no precisar que sean trasladados desde lugares remotos, estando disponibles para el ciudadano en su mejor momento y favoreciendo una sostenibilidad real y con menor impacto medioambiental.
Cada producto de las cooperativas aragonesas encierra la historia de todas las personas que forman parte de ellas, ofreciendo alimentos saludables y sabrosos, pero también sentando las bases de un futuro próspero para nuestra comunidad.
Xabier Otazu
Cooperativas Agroalimentarias de Aragón